Es algo que jamás conseguiré comprender, supongo que tampoco
quiero hacerlo. Recuerdo perfectamente cada día, minuto y segundo de aquel
infierno. Rebobino… por aquella época apenas alcanzaba los quince años de edad,
era aún una niña que comprendía las cosas pero que no veía las consecuencias.
No sé hasta qué punto esto ha repercutido en mi vida, así
que únicamente contaré la historia. 6 de mayo de 2008, nos encontrábamos Carla,
mi mejor amiga y yo en un parque conocido de Madrid. Ambas teníamos apoyada la
espalda contra una pared, comíamos palomitas y observamos con mucho
detenimiento el curioso paisaje. No había demasiada gente por la calle, fue
quizá ese ambiente tranquilo y sosegado lo que la llevo a desvelarme su gran
secreto.
Era mi mejor amiga desde hacía mucho tiempo y la conocía muy
bien… Más bien creía conocerla. “
***
Mi mejor amiga, lo mejor que tengo, mi hermana, es ella la
que me quiere como a nadie, la que está siempre en mis malos momentos y la que si
me hace llorar es porque en realidad lo merezco”. Ahora leo esto en mi diario
veo lo que puede llegar a trastornar una enfermedad, y me derrumbo, me siento
absurda. Yo soy igual, igual que antes, la misma chiquilla sencilla que solo
busca ser feliz. Y la veo a ella, veo una persona ciega, sin ningún tipo de
sueño. Veo a alguien que solo busca el dolor, el sufrimiento. Alguien que ha perdido todo lo
que tenía; amigos, familia, sueños… Que ha perdido hasta el tiempo, que ha dejado
de vivir. Veo a alguien que ya no me ve, a Carla, mi Carla la que me levantaba
del suelo cuando tropezaba, y la que ahora me empuja. Una pequeña princesa que
se ha convertido en bruja, pero una bruja sin escrúpulos, alguien que no tiene
valor ni determinación, pero la suficiente cabeza como para destrozar y hundir
a humildes personas. Quiero pensar que no es el mundo quien se la ha comido si
no ella la que podrá levantarse algún día y devorarlo. Pero no, sería demasiado
optimista.
Ella ha abusado, se ha aprovechado hasta del más débil, y no
va a parar. No tiene ya piedad por nadie, solo ve ese espejo de mentiras, ese que
la va a matar. Esta hecha de maldad, y ya no temo reconocerlo ya no me da miedo
decirle lo que en realidad pienso, porque sé que ya no me va a hacer llorar, ha
acabado con su vida, nadie la va a ayudar, se ha metido en un agujero del que
no podrá salir. Apenas queda cordura en su mente, ni cuerpo que mirar.
***
Hoy Carla ha realizado uno de sus muchos actos de cobardía,
se ha mirado de nuevo al espejo, ha cogido su único amigo y su diminuta y esquelética
muñeca y ha decido quitarse lo que menos le importaba, la vida.
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